La depresión también mata

Desgracidamente para mucha gente, no así para los profesionales de la medicina, la depresión es algo que parece que carece de importancia puesto que no se trata de una enfermedad física como puede ser el cáncer en todas sus versiones, la hepatitis, el S.I.D.A., etc. Pero hay una enfermedad muy importante en nuestra que también nos puede llevar a la muerte si no es tratada adecuadamente: la depresión. Esta conlleva a sentimientos de tristeza, desesperación, abatimiento, de sinsentidos... Hasta que no se produce la muerte del que la padece, la gente no se alarma y que se traduce al suicidio con las clásicas preguntas como "¿por qué lo habrá hecho?".

Recientemente el mundo del deporte se ha visto conmocionado por el suicidio del portero alemán Robert Enke de 32 años. Aparentemente, no tenía problemas de ningún tipo: titular con su equipo, portero de la selección alemana, casado, con hijos...

El jugador se dirigió con su coche a las vías del tren para que fuera arrollado y lo consiguió con la lógica incomprensión de su club de fútbol y de la selección al enterarse del suceso.

Su propia mujer declaró que su marido estaba en tratamiento psiquiátrico al sufrir una depresión por miedo agudo al fracaso. Intentó darle esperanzas, perspectivas, decirle que el fútbol no lo era todo. Siempre estaba a su lado y pensaba que gracias al amor que tenían podrían superarlo pero no fue así. Incluso comentó que habían ocultado la enfermedad de este para que no se viera perjudicada su carrera profesional en un mundo tan competitivo donde es verdad que solo imperan los resultados, donde tienes que dar la talla.

A mi ex-novio le pasaba exactamente lo mismo. Desde el primer momento que salí con él me advirtió que que padecía una enfermedad psicológica que a su vez hacía que tuviera una depresión que le duraba hacía doce años en ese momento. A pesar de ello, le dije que no me importaba, que él me gustaba en un primer momento no solo porque me atraía físicamente sino porque nunca había encontrado una persona tan buena, tan pura, tan humana como lo era él y que hacía que me sintiera querida, apoyada, respetada, amada y deseada como ningún hombre lo había hecho. A medida que salíamos juntos y convivíamos iba descubriendo más de él e incluso llegué a ver cómo padecía una crisis nerviosa delante de mí. Al igual que Enke, también él tenía oculto a los demás su enfermedad para evitar que le supusiera problemas a la hora de trabajar o en otros ámbitos. Circunstancias hicieron que no pudieramos seguir juntos pero no hay un solo día que no me acuerde de él.

Daniela.

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